De despedidas ni hablemos.

        Que no me gusta decir adiós, que por eso yo digo hasta luego, porque, cariño,  yo siempre confío en verte de nuevo. Tú, mi centro de gravedad, mi salida, mi manera de escapar, quiero que sepas que no me van los principios cortos, porque todo lo que empieza acaba (y a mi no me da la gana) .Yo quiero un siempre principio. Que te mire a los ojos y sea como la primera vez, que me beses y recuerde una tras otra aquella noche de abril, que despierte con la sensación de no conocerte: verte y enamorarme, un día tras otro, así siempre será principio. Siempre será siempre, y siempre significa infinito. Que no me gusta no verte pero contra la distancia, no puedo. 

        Escucha, siempre me gustó aquello de ''y fueron felices y comieron perdices''  (pero el caso es que no me gustan los finales). No quiero que la historia acabe, así que continuaremos el cuento.
Odio las despedidas, pero he tenido que aprender a afrontarlas, a saber escribir cada adiós junto a un te quiero y mantenerme viva. Porque cada despedida lleva detrás un silencio. Porque todos los 'adíós' van repletos de 'hasta luego'. Porque nada es para siempre, ni siquiera las despedidas. Por eso ahora he aprendido que la mejor parte de las despedidas son los reencuentros.